Hoy te voy a contar la segunda cosa chula que me pasó el lunes.
Ayer te conté la primera, por si no leíste el mail y lo quieres leer, aunque no hace falta para entender lo que te voy a contar hoy.
Escucha. Mira. Atiende.
Todos los lunes por las tardes llevo a mi hija Xela a atletismo.
A todo esto Xela está más fuerte que el vinagre, jajaja.
Bueno.
El caso es que unos días antes, un chico me escribió para preguntarme si le podía llevar uno de mis libros.
Ese libro de canicross del que hablé ya alguna vez en esta lista…
Le dije que claro, siempre tengo alguno por casa para entregar así en mano, que es algo bonito.
Pues nada.
Quedé con él a eso de las 17:30 y le entregué el libro.
Al chico ya lo conocía de antes, pero nunca habíamos tenido ocasión de hablar así un rato, y menos de perros.
Él tiene ahora un Braco de 10 meses muy activo y nervioso, al que parece que le gusta correr.
Eso. Estuvimos hablando un rato sobre ese tema de correr con perros, unos consejos rápidos y poca cosa.
Mi consejo rápido para correr con perros siempre es el mismo: poco a poco, siempre quedándose cortos, sin dejarse llevar por nuestra emoción y, sobre todo, que el perro lo disfrute un montón.
En realidad son 4 consejos, jajaja.
De lo interesante hablamos un ratito durante nuestra charla.
Me dijo que se había pensado contratar mis servicios como educador, pero que no se acabó de decidir porque en casa no había coherencia.
Es decir.
Él intentaba hacer unas cosas con el perro, y cuando ya las tenía, su familia hacía todo lo contrario.
Bien.
Las familias somos así.
Sin embargo, sí había hecho cosas con el perro con otro entrenador.
Uno que le dijo un día esto:
– Me lo traes y en una hora te lo devuelvo obediente.
¡La leche!
Ni César Millán.
Cualquiera no queda seducido por esos encantos.
Así que allá se fue con su perro y efectivamente, en una hora, objetivo cumplido.
Como me temía, había una correa de ahorque de por medio.
Siempre que aparecen así soluciones rápidas, sé que el que las propone se está pasando de frenada.
El caso es que sí. El perro se sentaba, tumbaba, etc… Cualquiera lo haría si lo están obligando con una correa que te estrangula el cuello.
Para muchos propietarios ver esto es bonito.
Ver a su perro «obedecer» cuando en casa parece no hacer caso a nada, pues es bonito.
Para mí no tiene nada de bonito, sino de innecesario.
Con esas técnicas obligas pero no enseñas nada.
Ya no me meto ahora en eso del uso del dolor… me quedo solo con que estás obligando en vez de enseñando.
De hecho el chico me decía que lo dejó porque su perro allí hacía todo, pero luego en casa nada.
Él no era capaz de estar ahí dándole tirones de correa con una estranguladora a su perro.
Eso me gustó.
Su corazón le mandaba mensajes contradictorios.
Su brazo tenía que dar un tirón, pero su corazón le frenaba a darlo.
Eso me dejó feliz por dos cosas.
Feliz primero por el perro, que nunca más volvió a sentir dolor y a hacer cosas por obligación y miedo a sentir ese dolor.
Feliz segundo por el chico, porque su corazón habló por él y eso me dio a entender que era una gran persona.
Ojalá disfrute de mi libro y le ayude en algo.
Bueno.
Para personas que escuchan a su corazón, tengo esto: