Oro parece, plata no es

El otro día me pasó algo de lo más gracioso.

Al principio me llevé un susto de muerte, pero fue gracioso.

 

 

Fui por la mañana a llevar a Xela al colegio.

Llegamos en hora a la fila, ¡bien! Esto es motivo de alegría porque no pasa muy a menudo.

Si eres padre o madre y has tenido que llevar a tus hijos al colegio por la mañana, me entenderás.

Bien.

Después de dejar a Xela en la fila todos los padres hacemos lo mismo, esperar a que esa fila empiece a moverse hasta perderla de vista.

Hasta que nuestros hijos entran por la puerta del colegio, vamos.

Todos los padres, sin excepción, hacemos lo mismo.

Nos quedamos allí parados viendo a la fila moverse.

Esto siempre fue así y seguirá siendo hasta el fin de la humanidad.

 

Bueno.

El caso es que cuando ya no veo a Xela, me voy.

Algún padre aún se queda unos minutos, pensativo… Yo me voy.

Cojo el coche y hago lo que tenía pensado hacer.

Parar en el cajero automático a sacar dinero.

Me da el dinero que le pido, todo correcto…

… entro en el coche dispuesto a arrancar y, sin ni siquiera haberlo encendido, empieza a moverse marcha atrás.

Mis primeros actos reflejos fueron pisar el freno y echar el freno de mano, que ya estaba echado.

Pero el coche no se paraba…

Vuelvo a hacer lo mismo, pero nada, el coche que no se para.

Fueron unos segundos de angustia.

Hasta que caigo en el engaño.

El que se movía era el coche de al lado y no el mío.

Jajaja.

Arrancó unos segundos antes que yo, empezó a moverse y provocó un engaño visual en mí.

La sensación era tan real…

Bueno.

Después de reírme unos segundos yo solo, pongo la llave en el contacto y me voy a casa.

 

Bien. Estos engaños visuales pasan también a diario entre perros y humanos.

Cosas que no son lo que parecen.

Nosotros interpretamos algo al ver a nuestro perro, pero la realidad es otra.

Seguro que has escuchado frases como:

 

Mira qué sumiso es, se tumba panza arriba tan pronto ve a otro perro.

Sí, sí, mi perro claro que sabe que ha hecho algo malo. Se acerca a mí pidiendo perdón, con las orejas hacia atrás y el cuerpo encogido.

Este… este es un dominante, le ladra a todos los perros durante el paseo.

¡Anda! Mira qué contento está, cómo mueve la cola.

 

Podría seguir con un montón de situaciones que no son lo que parecen.

Más bien las interpretamos de forma errónea.

Y eso pasa porque no sabemos lenguaje canino.

Ni lo sabemos ni nos esforzamos en entender y observar a nuestro perro.

Cuando entiendes lo que tu perro intenta decirte, dejas de vivir en un mundo de fantasía y vuelves a la realidad.

Lo que pasa es que esa realidad a veces es jodida.

Jodida porque igual te das cuenta de que el coche que se mueve no es el tuyo, sino el de al lado.

Jodida porque igual te das cuenta de que estás haciendo cosas que estresan a tu perro y tienes que dejar de hacerlas.

Porque todo o casi todo lo que estabas haciendo con tu perro va en contra de lo que él realmente necesitaba y te estaba pidiendo con su lenguaje corporal.

 

Bien.

El consejo no solicitado de hoy está claro:

Aprende sobre lenguaje canino.

Investiga un poco por ahí, apunta todas las señales que encuentres y luego intenta identificarlas en el día a día junto a tu perro.

Lleva un tiempo, así que te recomiendo empezar ya.

Ahora haz con esta información lo que tú quieras.

 

También tengo varios audios en mi blog por si quieres abrir boca e ir a tiro fijo.

Si te interesa, te dejo este de bonito número:

69

 

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FER educador canino

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