Una lección de perros gracias a los eléctricos Tesla

Si llevas tiempo en esta lista sabrás que comparto bastante tiempo con mis perros… y con mi hija Xela.

Bien. Pues hace unos días nos pasó algo que da para escribir dos mails.

Vamos con el primero.



En Lugo hay un centro comercial que se llama As Termas.

No vamos muy a menudo, pero vamos.

Es lo que tienen los centros comerciales.

Al salir echamos pestes contra ellos, pero volvemos.

Somos así.

Bueno. Pues Xela y yo fuimos ese día no recuerdo muy bien para qué.

Una visita rápida.

Aparcamos marcha atrás muy cerca de los estacionamientos de recarga para los eléctricos Tesla.

Y cuando voy a sacar la llave del contacto, veo en el coche de enfrente un perro pequeño con las patas apoyadas en la ventana y ladrando.

Miraba a la que se supone era su «dueña» que iba andando de espaldas y guardando algo en el bolso.

Hago aquí una pequeña parada para hablar de la palabra «dueña».

Lo sé. A mí tampoco me gusta emplear esa palabra.

Cada vez que sale en un mail no sé cómo escribirla, de verdad.

Qué digo…

Dueño.

Guía.

Propietario.

Instructor.

Compañero de vida.

Amigo del alma.


En fin. Que nuestros perros no nos pertenecen, eso ya lo sé.

Son espíritus libres.

Así que, si alguna vez la vuelvo a escribir, que sepas que no me gusta demasiado.

Pero bueno. Decir «guía» también me parece un poco ridículo.

Son nuestros perros y nosotros somos sus…

Rellena los puntos suspensivos con lo que tú quieras.

Te paso el marrón, jajaja.


Vale.

La cuestión es que el perro se quedaba ladrando dentro del coche.

Estresado. Ansioso.

Normal. No tiene unas expectativas claras de lo que va a pasar, y eso frustra.


¿Mi dueña va a venir pronto?

¿Por qué no puedo ir con ella?

¿Me quedo aquí para siempre?


Si cada vez que te alejas de tu perro y lo dejas solo, él piensa eso, mal.

Si encima empieza a ladrar, peor.

Seguirá ladrando hasta que vuelvas, lo que para él significa que si ladra cuando tú te vas y luego vuelves mientras él sigue ladrando, cada vez ladrará más para conseguir eso que quiere, que tú vuelvas.

Pero aquí la conducta de ladrar, que puede ser molesta para los vecinos en casa pero no en el coche, es lo de menos.

Lo que importa es la ansiedad que tiene ese perro por dentro y lo mucho que perjudica a su felicidad y a la convivencia contigo.



Por eso hice un programa para evitar todo eso. Que tu perro lo pase mal cuando se queda solo y las conductas molestas en casa.

Repito. Esas conductas son lo de menos, aunque tus vecinos no piensen lo mismo.

Lo importante aquí es cómo lo está pasando tu perro.

Para eso eres su dueño, guía, propietario, instructor… amigo del alma.

Ese programa se llama juegos de transportín, y ya te imaginas a lo que jugamos ahí dentro:

Programa juegos de transportín

 

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