El sábado pasado tuve una boda.
Sí. La gente se sigue enamorando, luego se casa, y los demás nos disfrazamos un poco para ir a compartir ese día con los novios.
Hay cosas que son así y seguirán siendo así hasta el fin de nuestros días.
Bueno.
En las bodas también se bebe un poco de más, y esto en la del sábado no iba a ser una excepción.
De todos es sabido que, cuando se bebe, se habla de más.
También sacamos de dentro todo nuestro amor y queremos a todo el mundo.
Damos abrazos, besos y lo que haga falta.
Todo yupi.
El caso es que yo una de las cosas que recuerdo es haber hablado de canicross con varias personas.
Me preguntaban que si lo seguía practicando con mis perros, si iba a carreras, que si habían visto un reportaje en la televisión…
Nada. Cuando andas metido en algo tan raro y novedoso, pues la gente pregunta.
Preguntan y quizás no se esperaban mi respuesta.
No entendían cómo podía hablar tan mal de un deporte canino en el que me había ido tan bien con mis perros.
A ver.
No es que hablara mal, pero sí me sinceré un poco.
Jamás tuve tanto hater y recibí tanto odio como cuando ganaba carreras importantes con mis perros.
Fer tiene que doparse.
Fer dopa a sus perros.
Fer es un mea colonias.
…
Eso solo son cosas de las que me enteré o llegué a oír.
No quiero pensar lo que decían a mis espaldas.
Bueno.
Al principio todo eso me dolió, hasta que entendí lo que pasaba.
Si algo haces bien o en algo te va bien, vas a tener haters.
Te van a criticar.
Te van a envidiar.
Esto es así y también seguirá siendo así, como las bodas.
Solo es una idea que te digo, por si algún día te pasa y la quieres tener en cuenta.
Vale.
Corriendo con mis perros gané bastantes carreras.
Sí, nos fue bien.
Con el tiempo ganar carreras se quedó en nada, pero las experiencias que viví junto a mis perros jamás se me olvidarán.
Los haters, ya los he olvidado.
Las emociones, nunca.
Esas emociones están en este libro: